Hoy en día existe una gran pandemia a la que está sometida la ciencia académica, la que se da en los centros de prestigio que se convierten en LA autoridad que quiere IMPONERSE sobre nosotros desde los estamentos de poder: es LA PANDEMIA DEL MATERIALISMO.
Y bajo esta lógica en la que la ciencia se ha encorsetado, impidiéndole crecer, si su postulado es que sólo existe la materia, es perfectamente lógico y consecuente que, ateniéndose a él, el origen o las causas de cualquier proceso observable en lo material tienen que proceder necesariamente de la materia misma.
Pero esta actitud sólo sería “relativamente” correcta para los fenómenos del mundo inorgánico, de la física y de la química inorgánica. El problema está en el postulado, que no es algo claramente demostrable, sino que no deja de ser un PARADIGMA que se nos impone como verdad. Pero si se toma como verdad absoluta todo lo que se haga a partir de ese paradigma se verá envenenado por la pre-SUPOSICIÓN inicial.
La biología, por ejemplo, y, por tanto, también la medicina, están prisioneras de la química. Y es que, en todos los seres vivos las sustancias no obedecen las mismas leyes a que están sometidas en el mundo inorgánico. La complejidad de las misteriosas cadenas de la química orgánica obedece a la ordenación estructural a que las someten las fuerzas formativas resonantes (que son de índole suprasensible).
La química no es causa, es efecto y medio físico. Aunque con ella, de retorno, se puedan manipular los fenómenos vivos, haciéndonos caer en la ilusión de que ella es el origen de lo vivo. Pero en realidad, en todo lo viviente, es el principio formador quien se adueña de las sustancias y no al revés, es el responsable de la forma del organismo y de la manera cómo se encadenan las sustancias en los fenómenos químicos subyacentes.
La búsqueda de lo infinitamente pequeño como origen de lo más grande y complejo, es una de las trampas en las que nos vemos enmarañados a causa de ese pre-SUPUESTO material. Porque, si bien es cierto que, al ver crecer una planta, primero vemos una minúscula semillita, y cómo, al brotar, todo se va reproduciendo y va creciendo siguiendo una ordenación propia de la especie, la semilla no es el origen de la planta, sino el portal de proyección por el que penetra la planta misma, que es de origen suprasensible. En el crecimiento vemos algo suprasensible que se va incorporando y revistiendo de sustancias que lo hacen perceptible a los sentidos, desplegándose en el tiempo y en el espacio físicos, en un proceso de sucesión secuencial y de expansión gradual.
¿Qué sucede con las enfermedades? ¿Tienen todas ellas un origen físico exterior?, ¿podemos buscar sus causas siempre ahí fuera? (Por ejemplo, virus, bacilos, bacterias) ¿O existen otros parámetros más holísticos que nos permitan no confundir las causas de la enfermedad con sus efectos, o con los medios que le permiten manifestarse?
Estas y muchas otras preguntas se abordan en el presente opúsculo. Dando muchos puntos de apoyo para reflexionar sobre el aspecto multifacético del fenómeno de las epidemias, por ejemplo