Para Emil Bock, la historia tiene significado sólo cuando se la concibe en su verdadera luz, como un sendero de consciencia que va constantemente evolucionando. Es dentro de la historia de la consciencia que se ocultan y se comprenden progresivamente los objetivos de los dioses, y es en los cambios que se producen en la consciencia que se percibe el significado de la historia. Los hechos y acontecimientos son moldeados en historia por las influencias directrices de poderes y entidades espirituales que se hallan en el trasfondo de los destinos de los individuos y las naciones.
Es desde esa perspectiva de la historia espiritual, inspirada e iluminada además por la ciencia espiritual de Rudolf Steiner, que el autor se aproxima a la época de Moisés.
En la época de Moisés se produce un cambio fundamental para la consciencia de humanidad moderna, que en muchos aspectos es también la raíz de nuestra cultura del presente, una gran transición en la historia espiritual de la humanidad en su conjunto, dando forma a la consciencia de épocas más recientes. Moisés poseía aún la facultad de la antigua clarividencia, a la vez que su consciencia se hallaba ya en el proceso de transformación hacia un pensar determinado por el intelecto.
El autor comienza con una descripción de los Misterios egipcios de Isis y Osiris, cuando los Iniciados podían hablar con seres espirituales mediante los sueños, el ritual y el símbolo. Luego le sigue un cambio de consciencia en la regencia del joven faraón solar, Ajenatón, el cómo Israel se convierte en nación. Emil Bock describe primero el entorno vital egipcio que dejó su impronta en Moisés. Su nacimiento y su educación hasta que, a los cuarenta años, dejó Egipto que se enfrentaba espiritualmente a la decadencia. Pasó luego cuarenta años discretamente oculto y luego condujo al pueblo israelita por el desierto por otros cuarenta años.
Se hace patente que, por su estilo de narración en imágenes, la Biblia, en sus relatos, está a menudo describiendo procesos espirituales y anímicos que en una exposición histórica necesitan ser traducidos. La descripción de las diez plagas es uno de esos casos. La prodigiosa travesía del Mar de las Cañas tiene su origen en la consciencia de Moisés, que era capaz de unir el olfato instintivo con la observación intelectualmente atenta. Con el peregrinaje por el desierto no sólo se está describiendo un periplo exterior, sino al mismo tiempo se describen estaciones de una evolución interior. El mayor milagro es la entrega de la Ley en el Horeb-Sinaí. Ahí Moisés puede emerger como el mediador de la revelación divina gracias a los antiguos poderes de clarividencia y del incipiente pensar moderno consciente del yo.
Y le siguen las secciones dedicadas a la peregrinación por el desierto, Yetró, la revelación en el Sinaí, Josué, los Jueces y Rut.
Bock muestra cómo la historia de la humanidad, hasta Moisés y algo más allá, todavía era suprahumana y mitológica, más que humana e histórica; y cómo, tras ese período de transición, los seres humanos se fueron alienando cada vez más de la naturaleza y se vieron desprovistos de su propia divinidad.
Para trascender ese estado de alienación, la humanidad ha de recuperar la experiencia de lo espiritual. Es en esa dirección que señala el autor, informado e inspirado por un vasto conocimiento del mito y la leyenda. Bock hace citas extensivas de los escritos de Steiner, cuya investigación espiritual, como una historia interior, corre sorprendentemente paralela a los textos antiguos y los hace viva y dramáticamente inteligibles.