La razón de un nombre

El nombre catalán de PAU DE DAMASC (castellano: Pablo de Damasco) surge tras un largo recorrido del Seminario de Fundamentos de Antroposofía en Barcelona, cuya fase final desembocó en el descubrimiento de la profunda vinculación entre Cristología y Epistemología, que es precisamente lo que permitió a San Pablo lidiar con el mundo filosófico heleno y dar una primera gran difusión europea al cristianismo.
La experiencia que Saulo tuvo ante las puertas de Damasco al percibir la presencia del Cristo Resucitado transformó totalmente su ser y le hizo experimentar una especie de segundo nacimiento en su interior, así como una transformación e incremento de sus facultades. Desde entonces retomó su cognomen romano Paulus, el pequeño.
Rudolf Steiner tuvo la misma experiencia a principios del siglo XX, aunque en las condiciones propias de nuestro tiempo. Eso le llevó a crear una ciencia del espíritu que abarca los fenómenos naturales y espirituales. Lo que hasta ahora había sido patrimonio de la religión empezó a hacerse accesible al conocimiento humano. Lo que era fe, puede ahora llegar a ser conocimiento, en las condiciones adecuadas. El ser humano libre actual puede comprender los fenómenos naturales y espirituales hallando el sentido que subyace en ellos cuando hace uso de las facultades que laten en su interior y que esperan ser despertadas.
Cuando el ser humano logra acercarse con una actitud científica a TODOS los fenómenos, no sólo los de índole material, empieza a descubrir las leyes que subyacen en la naturaleza y en su propio destino como ser trinitario: físico, anímico y espiritual.

LA PRESENTE IMAGEN DE LA IZQUIERDA, que sale reiteradamente en esta página web, representa a Pablo en Damasco llevado a su misión por el Cristo Resucitado, en la que Pablo dice: “No yo sino Cristo en mí".

El original es una pintura al óleo realizada por nuestro entrañable amigo y artista Antonio Romero Benítez (*1953 – †1998)