Rudolf Steiner fue una de esas luminarias del siglo XX cuya dimensión el mundo aún apenas ha reconocido y cuya proyección se extiende hacia ámbitos insospechados en los que vierte luz y cuyos frutos tendrán repercusión durante siglos.
El gran objetivo de Steiner fue introducir un nuevo método de investigación científica que abarcara no sólo el mundo asequible a los sentidos, sino también el mundo suprasensible, y que fuera tan fiable como lo es el de las ciencias naturales, utilizando medios adecuados y diferentes según el ámbito a investigar. Su encuentro con la obra de Goethe le abrió la puerta para emprender esa tarea y logró desarrollar los instrumentos para indagar en los más diversos ámbitos: lo que él llamó Ciencia Espiritual.
No se trata de instrumentos externos y mecánicos, sino de instrumentos que se hallan latentes en el gran reservorio que los contiene todos en potencia: el propio ser humano, el más perfecto y gran órgano plurisensorial que ha creado la naturaleza. En él residen facultades latentes que, desarrolladas de una manera lúcida, fiable y verificable, le permiten asistir a la presencia de lo espiritual en los más diversos ámbitos: en la naturaleza misma, en el cosmos y en el ser humano, y descubrir que existe una relación coherente y mutuamente fecunda entre los tres.
Los resultados de su investigación sorprenden no sólo por su contenido, sino por su impresionante amplitud, difícil de concebir en un individuo. Abarcan todo tipo de esferas: físicas, biológicas, psicológicas, históricas, espirituales, que tienen repercusiones en lo artístico, científico, terapéutico, pedagógico y hasta religioso. Y sobre todo el descubrimiento de la complejidad física, anímica y espiritual del ser humano cuyas fases de desarrollo e interacción mutua permiten concebir con claridad la fuente de muchos procesos de desarrollo en el hombre y la naturaleza, generando la base de toda una serie de actividades prácticas con las que renovar nuestro decadente y cada vez más peligroso materialismo. De ese modo surgieron la Agricultura Biodinámica, la Pedagogía Waldorf, la Medicina Antroposófica, la Trimembración Social, etc., etc.
Esta no es una biografía de fácil lectura, pues describe no solamente el proceso exterior de su vida, sino las inquietudes y luchas interiores que se producían en su proceso de desarrollo, lo que implica sumergirse en algunas de las ideas directrices de su periplo interior y hallarse con ideas muy novedosas y muy distintas de lo habitual, aunque sean en esbozo. Hay que ser capaz de abrirse por un momento a nuevos paradigmas, y eso no es fácil, pero vale la pena el esfuerzo.