En esta obra monumental que aquí comienza con el Génesis, el autor ofrece una exégesis de la Biblia, cuya originalidad entre los libros santos, es la de ofrecernos relatos que se encadenan entre sí y vierten una especial luz y coherencia sobre toda la historia de la humanidad. Emil Bock abandona los senderos recorridos acercándose a imágenes que nos ofrecen esos escritos del pasado que los exégetas actuales descartaron. Tampoco toma al pie de la letra lo que dice la Escritura, como lo hacen ciertas tendencias sectarias o integristas. En su aproximación a los textos Emil Bock debe su principal inspiración al pensamiento de Rudolf Steiner.
En un mundo donde los términos “alma” y “espíritu” se hallaban en vías de perder su significado, Steiner dio a conocer una visión del mundo en la que el ser humano y la historia humana sólo adquieren su verdadero sentido por su vínculo con la dimensión espiritual suprasensible, pero que es precisamente la fuente de la vida. En esa misma época, la teología universitaria, arrastrada por el espíritu de su tiempo se preparaba para “desmitificar” los textos bíblicos, comenzando por el Nuevo Testamento.
Mientras que el hombre moderno considera automáticamente que su consciencia y su manera de pensar son superiores a las de nuestros lejanos antepasados, la Antroposofía de Rudolf Steiner aporta elementos compensatorios importantes a esta aproximación habitual. Pues ve en la evolución de la consciencia y en la facultad de pensar el objeto central de toda evolución de la humanidad. Los mitos y las imágenes del pasado son frutos de una vivencia, de una percepción íntima que entonces carecía de la agudeza de nuestro intelecto actual para expresarse, ¡pero que por lo mismo eran mucho más ricos y llenos de sustancia!
A lo largo de estos siete tomos, del que el Génesis es el primero, Emil Bock intenta vislumbrar, a través de los velos de los mitos y las imágenes antiguas, la realidad espiritual que se halla en acción en el avance de la historia; y lejos de rechazar los elementos míticos que abundan en los escritos antiguos, les permite hablar junto a los textos bíblicos.
Explica, por ejemplo, el papel dominante en el devenir de la humanidad que desempeñaron el Sol y la Luna, las grandes divinidades de la antigüedad. Realiza un trabajo de esoterismo moderno no contentándose con afirmaciones extravagantes, sino permitiéndole al lector, dispuesto a esforzarse en seguirle, que intuya de qué manera se entremezclan el mundo espiritual y la realidad terrestre, dándose sentido mutuamente. La historia de la humanidad deja de ser una mera sucesión de acontecimientos más o menos fortuitos, para convertirse en una aventura coherente, cuyo objetivo uno llega a presentir.
En cuanto al instrumento del pensar que utiliza un teólogo como Emil Bock, no ha perdido manifiestamente nada de su agudeza adquirida por el intelecto que se halla en contacto con la materia. Pero se pone al servicio de un alma que no tiene miedo de utilizar la facultad de la intuición y su sensibilidad artística para cantar la gloria de Dios y las maravillas de la creación.